Festival de Sitges 2024 – Crítica de «Daniela Forever»

Nota:

El cine de Nacho Vigalondo siempre se ha movido en conceptos ricos y originales que permiten abordar de inicio los proyectos con enorme interés y con atractivo inicial para los espectadores. Al igual que en «Colossal», Vigalondo juega con la comedia romántica para tejer desde elementos más propios de la ciencia ficción una película en la que se adivina corazón y un relato sobre la pérdida que coge mayor fuerza tras la pandemia.

Nicolas perdió a su novia Daniela y decide apuntarse a un ensayo clínico para mejorar el sueño en el que puede controlar sus sueños. La idea de la clínica es una exploración psicoanalítica más profunda, que sirva para encontrar una relajación total que permita a la persona tener un sueño y un día a día más realizado y despejado. Pero Nicolas rápidamente empieza a soñar con Daniela y a aferrarse a esos sueños y recuerdos para modificarlos a su antojo e intentar no perderla.

El referente claro de «Daniela Forever» es indudablemente «Olvídate de mí» (hay algo incluso de «Origen» de Christopher Nolan) y los universos mentales de Charlie Kaufman; sus personajes hipocondríacos y esos juegos con la memoria que siempre propone el dramaturgo estadounidense sirven de referente a esta versión más ligera y con mucho más carácter madrileño de barrio. Lástima que su concepto no cuaje para una duración excesiva, que le hace perder chispa en su cercano retrato de la necesidad de autorreflexión en los momentos de crisis y de perdida. A ello se suma que Henry Golding y Beatrice Grannò, aunque poseen atractivo, no generan la química que se le requiere a las buenas comedias románticas; resultando una propuesta con encanto y corazón de un apasionado cineasta como Vigalondo, pero que no acaba de encajar todas las teclas con la gracia que necesitaba su premisa.

Jose Asensio

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